Y pasaba todo el tiempo colgado, quizas las mañanas eran tardes en segundos y cuando te veía ya era de noche. Y el exceso contigo no bastaba y huían las horas despavoridas para que te esfumaras de mis manos, cosa que la mañana me encontrara nuevamente solo en el cuarto. Y vuelto a la actividad, dejara por detras la mañana y la tarde y te tomara la noche, y yo, por sorpresa.
Y los minutos que no estás
no los recuerdo porque creas en mí
caparazón de malos y buenos momentos
y si me generas placer, no lo sé
porque cuando intento recordar,
nuevamente vuelves a mi cuerpo.
Y si abusamos de las cosas que nos dan es por la delicadeza que nos damos todos los días, de no pensar en átomos ni raíces y tocarnos con el ritmo de la canción del silencio y los versos de tu boca loca, que entre momentos decides cambiar. No entiendo aún si es para provocarme, o si es para escapar al deseo; dejarlo fluir por tu cuerpo.
Y si te miro a los ojos,
cosa que me parece oportuno.
No encuentro en ellos verdades.
No me importa en absoluto,
me ahogo firme en tus mares
aunque naufrague.
Relatos diminutos
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*Eres fantasma de un cielo en invierno*
Sueña aún en esa almohada que blancuzca se acurruca en un rincón de la
cama,sufre y espera lo peor que ha de lle...
Hace 15 años